FERVOR NAZARENO.

Las palabras de la vida,
son palabras que lleva el viento.
Las palabras del corazón,
son palabras de amor y sentimiento.
Conocías el signo renegado del hombre,
y lo apocado de su palabra.
No imaginabas que juntos en la mesa,
la traición surgiría sin pensarla.

Todos se situaron a tu alrededor,
encontraste el pan amargo,
sin sabor las frutas y el agua sin frescor,
los cuerpos sin deseo y la amistad sin amor.

La palabra hermandad sonaba falsa,
tan falsa como una mañana sin sol,
y de la imagen del amor quedaban
sólo recuerdos vagos sin esplendor.

Quien diría que el pan nuestro de cada día
sería cautivo de nuestras culpas,
caería a tierra por la cruz de la infamia,
y crucificado por nuestra maldición.

A pesar de nuestros errores y miserias,
de nuestros pecados y desamor,
siempre estás ahí para auxiliarnos,
siempre, para socorrer nuestra perdición.

Nazareno de la tez amoratada,
apenado por nuestra sinrazón,
bendice a este pueblo tuyo,
que clama por tu perdón.

Nazareno de la divina estampa,
humillado por nuestro desamor,
ser Cirineo de tu Cruz quisiera,
para llevar el peso de tu dolor.

Tengo tu presencia clavada en mi vida,
tan arraigada en mi joven corazón,
que late por tu existencia,
que late por tu fervor.

NAZARENO y AMARGURA,
fuentes de mi devoción,
sois manantiales en mi vida,
que brotan en cada suspiro de amor.

J.R.H. - Un Hermano Nazareno

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