CULTO Y ORACIÓN.

La persona que toma su cruz y sigue a Cristo cualquier día de la Semana Mayor como durante todo el año tiene que representar la alternativa de verdadera solidaridad que nuestra sociedad necesita.

Si desde el seno de las hermandades, a la parroquia y todo el pueblo creyente se practicara la doctrina de Jesús, los que están lejos de la fe se volverían otra vez para admirar a los cristianos, como en aquellos primeros tiempos, y exclamar: "¡Mirad cómo se aman!". Porque Jesús se encuentra en cada semejante, a nuestro lado. No nos pase, además, como a Israel, nuestro hermano mayor que era el heredero de las Promesas. El judío es un pueblo desgraciado porque ha estado por siglos esperando al Mesías y cuando vino no supieron reconocerlo. Tal vez el Señor le reserva la luz del último día.

Entre las prisas de hoy, la dedicación por el trabajo (o la búsqueda de éste), los muchos compromisos económicos en los que nuestra sociedad consumista nos tiene inmersos, nos olvidamos de la atención al culto y la fuerza de la Oración. Oración no sólo rogatoria de ayuda cuando nos encontramos en imperiosa necesidad, sino de agradecimiento por tantos bienes materiales y espirituales que Él nos regala, y como ofrecimiento de nuestra fe y entrega. Oración que es conferencia íntima con Dios, como saeta del alma. Hay muchos que saben encontrar un hueco entre sus obligaciones habituales y dedicarlo al Culto. De ellos, algunos emplean más tiempo aún en el cuidado de su Capilla y Sus Titulares, por los que ahora quiero romper una lanza, como Jesús dijo a Marta: "Tú te preocupas y apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor que no se le quitará".

No me llames "capillita"
porque me viste rezando
en el silencio del templo
cuando pasaste de largo.

Saludé al Sagrario antes,
a Jesús Sacramentado,
y después me fui a la Imagen
del Cristo Crucificado.

Rogué al Señor por mi gente
desanimada ante el paro...
Tú pasaste indiferente,
siempre estás muy ocupado.

Pregunté al Mayor Dolor
¿por qué la droga hace estragos?
Su mirada respondió
que el mundo es hoy poco hermano.

Todo es fruto de intereses
a costa de cualquier precio
mientras derraman las mieses
en la carrera del necio.

¿Para qué amontonar plata
que al final se tira al río
si tu conciencia delata
que tu pecho está vacío?.

Es más rico quien más da
y quien menos necesita,
que el afán de amontonar
el infierno te lo quita.

Tu devoción no defraude,
dale al que llega la mano,
que la regla del cofrade
es vivir siempre en cristiano.

Y que vuelvan fariseos
a exclamar "¡cómo se aman!"
que ése es el mayor deseo
con el que Cristo nos llama.

No me llames capillita
sólo porque traigo flores
para adornar con esmero
mi Virgen de los Dolores.

Si encima después en Misa
acudo con más fervor
pues sé que Jesús me invita
a su banquete de Amor.

Hay mucha gente que nombra
capillita con desprecio
al que mima a luz o a sombra
el altar de todo un pueblo.

Llámame: falso, maldito,
malo, hipócrita, egoísta...
si ante el hambre de un mendigo
vuelvo al camarín mi vista.

Si un hermano está sediento
y le echo el agua a las flores
mi fe sería un árbol muerto
sin sombra y frutos de amores.

No despreciéis al juzgar
llamando a uno "capillita"
porque acostumbre a rezar
cuando se acerca a una ermita,
y ante una Imagen bendita
llene de flores su altar.

Todo el año, mayordomo
de mantos, velas y plantas
que mima, y vibra de gozo
al llegar Semana Santa.

José Antonio Rodríguez García. Año 2007.

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