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HERMANDAD Y CARIDAD.

Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cuál, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza (2 Corintios 8, 9).

La Caridad es la virtud principal del cristianismo, el motor de todo el vivir creyente, que nace de motivaciones profundas, no de acciones más o menos sensibles y provocadas por condicionamientos externos. Situada en el ámbito de toda la vida de fe, ésta adquiere una magnitud tan variada y amplia como plural y compleja, pues así es la vida misma. Pasa desde dar limosna, visitar a un enfermo, evitar una crítica injusta, perdonar a un hermano...., o la denuncia ante todo aquello que no coincide con los designios del Reino de Dios.

La Hermandad es una comunidad de fe, formada por seguidores de Cristo, miembros de la Iglesia, hermanos de un mismo Padre. No es un club de fútbol, ni una peña recreativa de Semana Santa, ni una agencia de viajes para organizar procesiones. Tampoco es un circulo de personas que ven la Hermandad desde un punto de vista egocéntrico, que no miran más allá del manto, la toca de la virgen o la cofradía en la calle.

La Caridad tiene que ser el vínculo para la unión de los hermanos y éste tiene que tener como fundamento la Eucaristía, sacramento deamor y entrega de Cristo hacia el hombre. "La Eucaristía entraña un compromiso a favor de los pobres, sus hermanos (Mateo 25, 40)."

Ha gustado la Sangre del Señor y no reconoces a tú hermano. Deshonras esta mesa no juzgando digno compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa.

Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú aún no te has hecho más misericordioso.

"Si en la Eucaristía se realiza la plenitud de culto que los hombres deben a Dios, y que no se puede comparar con ninguna otra religiosa, esto se manifiesta con eficacia particular precisamente en la reunión dominical de toda la comunidad, obediente a la voz del Resucitado que la convoca, para darle luz de su palabra y el alimento de su cuerpo, como fuente sacramental perenne de redención. La gracia que mana de esta fuente renueva a los hombres, la vida y la historia". (Juan Pablo II)

Ante el individualismo de nuestra sociedad actual, nuestras hermandades deben presentarse como comunidades de creyentes que se quieran. "Mirad cómo se aman" decían los paganos, de las primeras comunidades cristianas. Vivir la Hermandad es vivir la fraternidad.

Y la fraternidad se edifica abriéndose a los demás, acogiéndolos y respetándolos. Por eso en esta sociedad las hermandades tenemos que dar testimonio de nuestra fe, con la practica de la caridad: primero con los más cercanos, nuestros hermanos cofrades, dando sentido verdadero a nuestra comunidad nazarena, y llegando a los lugares que necesitan nuestra colaboración, y en donde hay pobreza, desesperanza, marginación, enfermedad, etc.

Ayuda que puede ser de muchas maneras, como económicas, asistencial y moral. Así pues, somos instrumentos de paz por la justicia, sin mirar el credo o la ideología. La Caridad tiene que ser más que dar, darse hacia los demás.

Es necesario que las Juntas de Gobierno tomen verdadera conciencia de su responsabilidad, planificando programas para potenciar la acción social en sus Hermandades, así como los hermanos tenemos que preocuparnos, colaborando con estar iniciativas.

Todo este trabajo debe estar coordinado con Caritas Interparroquial, como institución dedicada a impulsar las ayudas de todas las comunidades de la Iglesia local. Esto es sin menoscabo al respeto de la autonomía de cada una de las Hermandades.

Los jóvenes que sois el futuro de las Cofradías, tenéis mucho que decir en el plano de la acción social con nuestro esfuerzo y voluntariado. Aquí está nuestro campo de acción en la ayuda a nuestros semejantes, nuestro proyecto de futuro.

¿Habrá despreciado Jesús nuestro incienso? ¿Le habrá resultado detestable el monte de claveles rojos que ponemos en su paso? ¿ Se habrá cubierto los ojos al ver la penitencia de nuestros pies descalzos?

Misericordia quiero, que no sacrificios (Mateo 9, 13). Esa misericordia tiene que pasar, sobre todo, por nuestros hermanos más necesitados, nuestros enfermos, nuestros ancianos, nuestros marginados, para que el Señor no se avergüence de nuestros actos. Este es nuestro reto de cofrades con el corazón lleno de Caridad.

Juan José López Letrán. Año 2004.


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